Cabe rescatar, sin embargo, entre tanto disparate que uno lee, estas inyecciones de razón y sentido común que también llegan a la prensa:
"Llama la atención, y sabe a ridículo, el hecho de que lo que Lugo pedía como permiso o favor, le fue comunicado, después de la desobediencia, como castigo. En breve, Lugo pidió el permiso de no ejercer el ministerio episcopal y de Roma le viene la prohibición de ejercer este mismo ministerio."